Sunday, October 23, 2011

Cerezal

Las nubes ocultan
El anochecer estival,
Y un ventarrón sopla
Su fría injusticia sobre la tierra.
Deambulo por un cerezal,
Sin saber cómo llegué
Ni lo que buscaba.

Miles de cerezas, con piel bermellón y fresca
Enjauladas en los cristales de infortunio,
Y condenados a un fin precoz.

Agarro una,
Por casualidad,
Una cereza ideal,
Tal como quería que fuera.
Quizás el lente congelado me distorsionara
Un fruto podrido que abajo escondía.
Pero me niego a aceptar tal hipocresía.

Y no puedo evitar preguntar
¿Por qué el frío no la quiso perdonar?
¿Ni esta?
¿Ninguna?
El fruto prohibido se hace perdido.
Si no se cosecha a tiempo.

Paseo por el cerezal,
Buscando señales de vida.
Pero entre el desierto de cerezas,
Estarán todas perdidas.

Mañana, por fin
El hielo se derretirá.
Y volverá con el viento a de dónde venía
Pero el mismo dejará su huella, como eco,
Sobre la fruta que mucho quería.


Wednesday, June 30, 2010

Molinos de viento


Molinos de viento

Ancianos, vagos, brindados con aspas hechas jirones,
Molinos de viento
Como escombros se siembran en el paisaje de mis pensamientos.
Llenan como granos de arena el campo de mi imaginación,
Y giran al atardecer,
Sin el goce de la brisa que ayer soplaba de mis esperanzas.
Pensamientos, esperanzas, imaginación—qué velo aturdido entre ellos,
Frontera caprichosa que se resbala sin el pesado ancle de la realidad.  
Los molinos de viento giran, bailan, chismorrean entre sí
Como si nada les importara el aire acre y estancado.
El sol se pone y el campo se enfría
Mas siguen girando, los molinos de viento
Sin los suspiros del soplar del viento.
Engendran la luz de la mañana
Sin cuestionar, sin razón,
Por hacer pedazos los granos dorados del ayer. 

Saturday, April 3, 2010

Doña Perfecta y Natalia: Un breve encuentro


De nuevo, esto es para mi clase de obras maestras. Había que inventar una reunión entre dos personajes de dos obras distintas que habíamos leído en clase. Yo escogí a Doña Perfecta de Doña Perfecta y a Natalia de La Plaza del Diamante (La plaça del diamant). Es solamente un borrador, pero disfrútenlo de todos modos.


            Sus ojos negros se clavaban en su tacita de café, y revolvía el líquido con una mirada mezclada de frustración y preocupación escondida.
            --Me preocupas mucho, hijita-- dijo Perfecta, sin levantar la vista. –Hace mucho que no te veo en misa--.
            Suponía que lo diría, y tenía razón. Dejé de asistir a misa cuando empecé a salir con Quimet, pero ella no sabía que era esa la razón. Y ahora que tenía dos críos y que trabajaba para esos ricos extrañísimos y que atendía a Quimet, pues habría sido imposible encontrar el tiempo. Además, no creo que a Quimet le gustase que yo pasara tiempo en un grupo tan grande sin él. Habría demasiadas tentaciones, y podría cometer un error. Seguramente Perfecta me preguntaría la razón por mi ausencia…
             Sin embargo, Perfecta seguía preguntándome que qué estaba pasando en la vida y que por qué no habría encontrado tiempo para la salvación y las gracias divinas de Dios.
            --Hay que rezar diariamente para poder aguantar la vida, más aún en estos tiempos tan difíciles. ¿Dónde está la razón y la justicia? ¿Dónde está la bondad del hombre?—preguntó Perfecta—Te decía que eso pasaría…Te lo decía…Esto lo prefiguraba yo. Los salvajes se han apoderado y ahora intentan destruir el orden y la razón. ¡Qué horror! ¡Qué descaro! ¡Que intentan matar aun a Dios!—gritó Perfecta.
            Yo seguía escuchándola, pues siempre tenía algo que decir. Además, se le nota que le animan las oraciones, especialmente cuando tienen que ver con el estado de ruina de nuestro país, o así lo diría ella. Sí, que el rostro se le enrojecía y la voz le temblaba. Siempre había sido una mujer muy apasionada, y siempre la respetaba por eso.
            --Natalia, cariño, —me dijo— ¿sabes la causa de estos fracasos y el estado aborrecible de nuestra patria? Son los hombres. Se creen invencibles y todo poderosos, ¡como si ellos mismos fueran Dios! Con su inclinación natural de matar, luchar, y enfurecerse sin pensar de antemano, han dejado de utilizar lo que diferencia al ser humano a las otras criaturas de la tierra… ¡han rechazado la dádiva divina de Dios: la razón! Natalia, esto lo sé de experiencia. Escucha bien mis consejos: Nunca te fíes de un hombre, y jamás deja que él tenga poder sobre ti--.
            Ahora me ruborizó a mí. No era hora de decirle lo de Quimet y mis hijos, que no aprobaría para nada. Además, después de lo de su hija y cómo se volvió loca, era mejor no decirle nada de hijitos y de las relaciones. ¿Qué importaba que tuviera un hombre viril y fuerte a mi lado? Por lo menos me quería, ¿verdad?
            --Estás callada, niña—me dijo Perfecta. --¿Qué pasa?
            --P..p..pues, nada—le dije, tartamudeando mientras se me temblaba mi taza de manzanilla—sólo es que he estado muy ocupada recientemente. Con trabajo y todo, no encuentro el tiempo para asistir a misa—le mentí. Qué raro…antes no mentía casi nunca.
            --Pero Natalia, siempre hay tiempo para Dios. Por lo menos rezas, ¿no?—me preguntó.
            --Sí, cada día—Le dije. –Aunque fuera solamente en mis sueños—me dije a mí mismo.
            --Ah, pues bien. —dijo Perfecta. –Bueno, pues en cuanto al hombre te digo un par de cosas. Hay que aprovecharse de su ignorancia, Natalia. Hay que utilizarlos, manipularlos. Son fáciles de controlar. Aunque no me funciona para mí, pues soy mayor, un vistazo de la caldera los enloquece. Lo bueno está en lo malo, chica. No, mal dicho…No es malo aprovecharse de las dádivas que Dios nos dio a las mujeres, ¿verdad? Con una mezcla de la razón, la manipulación sutil, y la sensualidad, los hombres se te derriten. —
            Qué raro que Perfecta me dijera tales cosas. ¿Qué proponía?
            --Fíjese en Orbajosa—dijo Perfecta—lo tengo bajo control. Hay que tener amigos poderosos y apoderarse de la ignorancia y falta de razón que tienen los hombres. Son tontos todos, Natalia. Todos los hombres. Y pobre María, que tenía que aguantar mucho más que nosotras en la vida en cuanto a los hombres y sus tonterías…--
            Me puse pálida. Doña Perfecta me preguntaba que si estaba bien, y le dije que no sabía, que me dolía el estómago. Me perdoné, me paré, y empecé a salir de la cafetería. Doña Perfecta me miraba con confusión.
            --Pues, que te mejores, y ¡espero verte en misa!—me gritaba mientras salía.
Seguí caminando hasta encontrar un callejón abandonado. Me desplomé, y por primera vez en lo que parecía años, eché a llorar. 

Wednesday, March 24, 2010

Retrato

Una variación de "Retrato" por Antonio Machado; para mi clase de obras maestras españolas.

Mi infancia son recuerdos de momentos perdidos e ingenuidad encantadora.
Mi juventud es el espejo de mi presente,
El catalejo a través del que se tuercen
Los rayos de luz que encaja.
Mi historia; igual que la de los demás, con toques de individualismo.
Ni santo, ni demonio he sido.
Hay en mis venas gotas de sangre agridulce ardiente,
Soy, en el buen sentido de la palabra, yo.
Adoro la búsqueda de los hilos que nos entrelazan,
Por poderlos tejer.
Adoro la esperanza, aunque me decepcione,
Mas no amo la ignorancia de las almas bobas,
Ni la falta de razón que abarca las mentes flojas.
Desdeño el desequilibrio.
¿Soy carne o sueño? No lo sé.
Converso con la noche y la falsa esperanza que me encubre,
Y canto con ellas.
Y, al cabo, sólo soy yo, y solo estoy.

Sunday, February 21, 2010

 Este romance es un proyecto para mi clase de obras maestras peninsulares:

El rey sin reino



¡Helo, helo, por do viene!
Orgullosa alma de sapo
Que le arruga la mente,
Galán de galanes, claro,
Por su proprio decreto,
Sin corazón coronado,
Y de ninguno amado.
El que en un acto vano
Lo perdió todo, el pobre,
Por tragedia inesperado.
Qué triste es la historia suya
Que antes quedaba callado,
La historia del rey sin reino.
Era rico, sí, y bien dotado
Con hectáreas de tierra
Y nombre aristocrático.
Mas bien helo por exclamar
Que todo le fue heredado.
Adentro estaba vacío
Mas con soberbia llenado.
Un día de paseo él la vio,
La princesa Alexandra,
El ángel de Cataluña,
Bella con su piel nevada
Y sus ojos azules que
La vista de él clavaban.
La quiso a primera vista,
Mas ella era la amada
De otro, un príncipe verdadero.
Y el rey sin reino, Ricardo,
Cuyo orgullo no aceptaba
Que él no fuera el amado,
Tramó matarlo al príncipe.
El lugar seleccionado
Y la hora en que él lo haría
sería la celebración
de su compromiso con ella.
A la fiesta iba Ricardo,
Trayendo una botellita
De un vino envenenado.
Lo bebería el príncipe,
Esperaba don Ricardo,
Ante todo el reino suyo
Y, con gritos ahogados,
El príncipe moriría.
Mas, por ruina, así no pasó.
En aquesto estando,
Le arrancó la botella
Alexandra, la bella flor.
Y con gritos ahogados,
Ella, la pobrecita, murió.
Y el rey sin reino, Ricardo,
Destruido por de dentro
entre sus lágrimas exclamó:
¡Ay de mí! ¡Mi vida, mi ángel!
¡Mi princesa se me escapó!
Mátenme a mí, ¡estoy muerto!
¡Fui yo! ¡Fui yo quién la mató!